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Juli jugaba tranquilamente en su cuarto con Cloti, su muñeca favorita. Le contaba secretos y la peinaba, creando un mundo perfecto solo para ellas dos. De repente, escuchó risas alegres desde la ventana. Otros niños jugaban afuera, corriendo y divirtiéndose. Juli se acercó a mirar, sintiendo curiosidad. Al regresar, notó algo extraño. Cloti parecía mirar hacia la ventana con sus ojos de cristal, como si también quisiera salir. Juli la abrazó y susurró que era mejor quedarse adentro, donde todo era seguro. Pero algo había cambiado. Cloti ya no respondía a sus juegos como antes. Sus ojos parecían distantes, perdidos. Por primera vez, su muñeca favorita se sentía diferente. Entonces Juli comprendió algo importante: la verdadera diversión también significaba compartir con otros. Tomó a Cloti, respiró profundo, y salió hacia donde estaban los niños. Esa tarde, Cloti se convirtió en la muñeca más querida por todos, y Juli descubrió que la felicidad más grande viene de compartir con los demás.